jueves, 20 de diciembre de 2007

El aterrizaje


El momento que debería representar la mayor alegría para el viajero, aquél en el que se acerca a su destino (ya sea su casa o el lugar de visita) y por lo tanto, ganará en amplitud para su trasero desde el mismo momento en que coja un taxi en la terminal, ese momento de supuesto júbilo y regocijo, muchas veces se convierte en un instante tenso e incómodo.

Seguramente podríamos escribir cientos de anécdotas (os animo a usar los comentarios del blog para enriquecerlo con vuestras experiencias, vagos) sobre el procedimiento de tomar tierra.

No soy particularmente nervioso con el tema de volar, ni con sus preliminares y fases críticas. Bueno, a decir verdad, el coger tantos aviones me ha hecho desarrollar una tranquilidad durante el proceso tal que suelo despegar dormido, y no exagero lo más mínimo. ¡Qué suerte! Estará diciendo ya alguno/a.

He compartido fila en el avión con acompañantes que no estaban especialmente relajados, desde sudores fríos hasta vomitonas en bolsa al efecto.

Quizás el caso más divertido sucedió hace poco, aterrizando con Iberia en el aeropuerto de Heathrow, Londres. El piloto enfiló la pista, descendió según es normal en estos casos, y cuando ya veíamos el asfalto de la pista por la ventanuca de al lado de nuestros asientos, pisó a fondo (vale, ya sé que no es un pedal, pero queda mejor que "tiró del throttle hasta atrás del todo", freakis), y nos elevamos de nuevo con viento fresco, nunca mejor dicho.

La mujer inglesa que llevaba a mi lado abrió los ojos como si hubiese visto a Beckham en persona con los calzoncillos de Armani, y me miró buscando una explicación. Yo simplemente me encogí de hombros (¡siempre había querido usar esta expresión!).

Cuando el avión volvió a coger altura, el piloto giró el aparato hacia un lado y cogió el micrófono. Más o menos estas fueron sus palabras:

"Señoras y señores. Como habrán podido comprobar no hemos llegado a aterrizar en el aeropuerto de Heathrow, y esto ha sido debido a que cuando íbamos a tomar pista hemos comprobado visualmente que había otro avión en la pista, y como ustedes comprenderán, dos aviones a la vez no pueden aterrizar"

Como esto lo explicó en español, la mujer de mi lado me tiraba de la manga y me pedía traducción, pero entre la impresión y la risa que me entró por cómo lo había contado el piloto, no pude más que decirla que esperase un segundo, que lo repetirían en inglés en seguida.

Y así fue, y la inglesa volvió a repetir el gesto de los ojos.

Otras veces hemos aterrizado con una sola rueda, la de un lado, y después de unos largos segundos, tocamos con las dos. El otro día en Abu Dhabi nos informaron de que debíamos esperar a que otro avión terminase "satisfactoriamente" un aterrizaje de emergencia en la pista para poder intentarlo nosotros...

Si alguien ha volado a Dublín entenderá lo que es la confianza en el piloto y sus instrumentos de vuelo. Nada más salir de dentro de las nubes, ves el mar ahí mismo. El agua se acerca, se acerca, cada vez más. No ves tierra por ningún lado, y el tío sigue bajando más y más. Y cuando ya estás echando mano al chaleco salvavidas y empezando a intentar recordar el procedimiento ese que te han enseñado pero que nunca prestas atención, más que cuando la azafata merece tu atención por otros motivos, en ese último instante, aparece tierra firme y las ruedas tocan asfalto. Y tú piensas: "Cuando llegue voy a mirar en Internet cuantos aviones se han caído al agua en este aeropuerto". Pero nunca lo haces.

En resumen, por pasar, puede pasar de todo. Otro día contaré la experiencia de un amigo que cogió un avión para Escocia la semana después de que se estrellase el Concorde...

Pero tengo que pedirle permiso para contarlo (él es muy bueno contando anécdotas) y que me refresque los detalles, y eso me va a costar unas cervezas...

Además, eso fue un despegue.... para otro día.


1 comentario:

  1. yo, una vez, conduje a un avión al josconcio más tremebundo que se recuerda en simulación de vuelo (también llamado 'aterrizaje libre sin necesidad de llevar vivos a los pasajeros". No hubo víctimas, excepto el software que estaba probando. Aunque claro, esto ya te lo sabes.

    Lo más divertido que me ha pasado en el mundo real fue cuando yendo a Barna este 19 de diciembre; el piloto, con condiciones climatológicas dignas de la primavera, sin viento aparente y todo despejado, decidió rebotar en la pista en vez de aterrizar. Pegamos un salto de tres pares, y mi brazo sufrió una llave de estrangulamiento por parte de una compañera de trabajo, pero nada grave. Simpleemnte aterrizó un poco bruscamente.

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