viernes, 17 de abril de 2015

Brasil

Hola. Soy yo. Vuelvo por aquí después de mucho tiempo.

La vida me ha vuelto a montar en un avión regularmente, y hoy sentí que tenía que recuperar este tablero.

Estoy en Brasil, por primera vez en mi vida. Viaje de trabajo, con poca libertad para moverme por los compromisos laborales.

Estoy en la playa de Leblón. No tiene el nombre de Copacabana ni Ipanmea, pero en realidad es la continuación de esta última.

Estoy aquí en días laborables, por lo que no vivo la masificación del fin de semana.

La playa es maravillosa. Es impresionante como desde las seis de la mañana, cuando amanece, hasta pasadas las once de la noche, el paseo está plagado de gente haciendo deporte: corriendo, bicicleta, haciendo musculación en los aparatos de uso público, fúbol, futboley .... y todas sus variantes.

Cuando llegué solicité el traslado del aeropuerto al hotel directamente con este último, y el conductor me cayó tan bien que le pedí que me llevase todos los días a trabajar (más de 25 kilómetros por trayecto).

Es un guitarrista de Jazz, que toca en hoteles por las noches. Un hombre de mundo, con estudios universitarios, que ha vivido en USA y sueña con pisar Europa. A pesar de que él habla inglés, acordamos intentar entendernos cada uno en su idioma: esa es la esencia de un viaje; tratar con los lugareños en su terreno.

Y con este hombre lo he conseguido. Nos hemos contado nuestras vidas, yo le he halado de otros países que he visto, el me ha contado que una vez fue andando con una novia desde Río hasta Sao Paulo, siempre por la playa, parando cada noche un hotel...

Esta es la experiencia. Esto es un viaje. Luego están las fotos.


viernes, 21 de octubre de 2011

Clásicos de habitación de hotel

Durante los últimos años se han estandarizado ciertas cosas en las habitaciones de hoteles que me llaman la atención.

En otros siempre encuentras una particularidad que te llama la atención. Por ejemplo, el hotel al que venimos actualmente en lugar de tener el secador de pelo (tengo el pelo largo, que le vamos a hacer, y me resfrío con facilidad), en el cuarto de baño, está en un cajón de la mesa del escritorio de la habitación, sin posibilidad de desconectarlo para llevarlo a otro lado, y con la incomodidad que el escritorio tiene una butaca que impide acceder directamente a él frente al espejo. El colmo es que hay un placa en el cajón que indica que está escondido ahí, pero en el caso de la habitación que estoy ahora tiene un pequeño error:



Pero volviendo a los clásicos hay dos carteles que se han puesto de moda en los últimos años. El primero, el que te pide colaboración para proteger el planeta ahorrando agua: no envíes a lavar toallas y sábanas si no es estrictamente necesario. El código suele ser, si las dejas en el suelo, a lavar, para las toallas, si no no. Y para las sábanas, hay un método que es dejar una tarjeta encima de la cama. Este es el de este hotel:



Pero otro muy frecuente es el relativo al albornoz. Básicamente pretender informar que te puedes comprar uno en recepción como recuerdo, y en realidad intentar evitar que te lo lleves "prestado" sin avisar. He visto varios hoteles en diferentes países que le dan tono irónico - jocoso al cartelito, y concretamente el de este hotel merece ser reproducido:



sábado, 1 de octubre de 2011

Volando con Iberia

Este post se lo tienen bien merecido, porque no se pueden hacer las cosas peor.

Esto era un día, domingo para ser más exacto, en el que tres compañeros de trabajo volaban hacia Abu Dhabi,  y para ello, a las 19:45 debían haber despegado con Iberia para hacer escala en Munich y coger otro avión de Etihad.

Se intentó reservar en clase Business, como de costumbre, pero dicho primer trayecto con la compañía española sólo tenía plazas para uno de ellos, así que los otros dos reservaron en turista sin problemas.

Resultó ser uno de esos días en los que Iberia no sale a tiempo, por lo que cuando subieron al avión ya sabían que tendrían problemas con el enlace en Alemania. Primera sorpresa fue el ver que sólo había una fila de business en el avión, ya que habían desplazado la cortinilla para que entrase más gente en turista, que por lo visto iba a la Oktoberfest.

Una vez cerradas las puertas del avión, el piloto les comunica que habían perdido el turno que les habían asignado, y que ahora les daban uno para las.... ¡¡¡22:30!!!, pero que iban a tratar de solucionarlo. El vuelo Munich-Abu Dhabi despegaba a las 23:15. Fue entonces cuando uno de los otros tres pasajeros de Business comunica que él también va a Abu Dhabi, pero que antes de perder un día por culpa de Iberia fuera de casa, prefiere bajarse del avión e ir mañana. Se lo conceden.

Al final despegamos a las 21:30 sin ninguna esperanza por coger el siguiente avión, pero con la ilusión de volver a visita la ciudad alemana de la cerveza en plena fiesta, y terminar el trayecto 24 horas después de lo previsto.

Durante el vuelo, una azafata con la boca muy grande empieza a contar la historia del día. Que habían acumulado retrasos ya desde Bilbao, de donde venían, porque allí al sacar el avión del parking una luz con un problema mecánico les había hecho volver.... ¿Este mismo avión en el que ya estamos volando? ¡Gracias por la información! No solo eso, si no que al llegar a Madrid, la compañía le había ofrecido al piloto cambiar de avión debido a dicho problema, pero que él había rehusado para "no acumular más retraso".

Fantástico, tarde y en un avión que da problemas.

Nos informa de que han llamado a tierra y se encargan ellos de buscarnos un hotel para esa noche y reservar para el día siguiente. Extraño, porque la mayor parte de las veces que hacemos este viaje, entre las dos compañías aéreas no se ponen de acuerdo y declaran viajes separados, por lo que la primera no se responsabiliza si pierdes el segundo vuelo por retraso.

Llegamos sanos y salvos pensando ya en la Weissbier de mañana, cuando nos llaman por megafonía para presentarnos en el mostrador de Iberia. Nos entregan el bono del hotel y el viaje del día siguiente. ¡¡¡A las nueve de la mañana por Ginebra!!! Iberia nos había hecho perder un avión, y nos mandaba a otro país para coger otro avión diferente.

Nos dicen que un autobús nos llevará y traerá del hotel. El autobús termina siendo una furgoneta con un hombre que no habla ni papa de inglés, que nos conduce durante más de media hora por los campos alemanes entre la niebla, a velocidades de autobahn, para dejarnos en un hotel en medio de un polígono industrial con las paredes de gottelé.

Dadas las horas, no había restaurante, así que cerveza y pizza en el bar del hotel, muy a pesar de su antipática camarera. También nos dicen que no hay bus a las siete y media como pedimos, si no a las siete, pero que solo caben dos personas.... reservamos taxi.

Oh sorpresa, la misma furgoneta hace de ambas cosas, aparece como taxista y se lleva sus 35 euros por el viaje.

Nos plantamos en la terminal de salida del vuelo, y después de intentarlo con las maquinitas, nos indican debemos ir a Iberia, en la otra terminal, para que nos de el billete, y después volver a facturar donde nos encontramos ahora. Corre que te corre, lo conseguimos.

Pero de nuevo, sorpresa. El vuelo del día anterior que perdimos estaba pagado en business, pero ahora nos meten en turista de camino a Ginebra. Bueno, es un avión pequeño, nos han cambiado tarde....

Llegamos a Ginebra. Allí nos espera un empleado de Etihad a pie de avión con un cartel con nuestros nombres... bueno, el de casi todos. Da igual, nos monta en la furgoneta y nos lleva a un lugar secreto donde pasan el control de seguridad las tripulaciones, el avión nos espera. Habla español. Nos comunica la siguiente sorpresa. Iberia también nos ha reservado en turista el vuelo de 7 horas. Nos dice que está llamando a Iberia en Ginebra y en Munich y nadie responde.

Lo intenta por todos los medios antes de que subamos al avión, pero no hay manera. Es Iberia quien paga este billete y si no lo cambian, iremos en turista, a pesar de haber pagado Business. Pero cuando ya estábamos subiendo al avión, en el mismísimo finger, nos dice que su jefe de Etihad ha decidido pasarnos a todos a Business. Por la ventana vemos como nuestras maletas son embarcadas sin problemas en el avión, y por supuesto, el trayecto es excelente, de primera.

Una vez más. Iberia defrauda, casi se podría decir que estafa, y Etihad cumple, con creces.

martes, 1 de marzo de 2011

Caos parisino

Cada cierto tiempo, si viajas muy a menudo, te toca verte envuelto en algún desastre organizativo.

La semana pasada, varios compañeros de trabajo comenzamos un viaje en dirección a Abu Dhabi. En esta ocasión, las secretarias o la agencia de viajes decidió que la mejor opción era vía París, a pesar de que suele ser más caro el trayecto con Air France, y de la inestabilidad del control aéreo francés.

Después de un importante madrugón, aterrizamos en Charles de Gaulle puntuales. En seguida las miradas se dirigieron al panel de información y.... ahí quedaron congeladas. Cinco horas de retraso para el siguiente vuelo. Pasaríamos gran parte del día en el aeropuerto. Al parecer, la niebla había impedido aterrizar al avión y lo habían desviado a Bruselas. Había que esperar a que regresase.

Pasamos un par de horas en la sala VIP, y nos comunicaron que estábamos invitados a comer en uno de los restaurantes del aeropuerto. Cuando llegamos allí, era un buffet de sandwiches y ensaladas, en el que teníamos un crédito de 14 euros que no incluía bebidas alcohólicas. Se estaba mejor en la sala.

Finalmente despegamos a la hora que anunciaban las pantallas, y aterrizamos en Abu Dhabi pasadas las 3 de la mañana.

La sorpresa continuo al ver nuestras maletas salir por la cinta. Completamente empapadas. Los franceses las habían dejado a la intemperie durante toda la espera. Maletas rígidas cerradas, con ropa empapada en su interior.

Viva la france.

martes, 11 de enero de 2011

Día de esos raros

Hoy ha sido un día extraño en el desierto. Cuando hemos salido del hotel, estaba lloviendo. Las calles empapadas, el ambiente fresco, los conductores desorientados y algunos charcos que no encontraban alcantarillas por las que desintegrarse.

Sin embargo hoy ha sido otro de esos días largos, muy largos, en los que estás diez horas en la oficina, sin salir ni tan siquiera para comer, y en los que te recibe la luna al final de la jornada.

Dormido en el coche de vuelta al hotel, haciendo tiempo con una cerveza hasta la hora de cenar, sorpresa al salir a la terraza y acierto en coger un jersey.

La imagen también resultaba extraña: estufas colocadas entre los clientes que cenaban al aire libre.

Hoy Abu Dhabi no parecía Abu Dhabi.