Hoy ha sido un día extraño en el desierto. Cuando hemos salido del hotel, estaba lloviendo. Las calles empapadas, el ambiente fresco, los conductores desorientados y algunos charcos que no encontraban alcantarillas por las que desintegrarse.
Dormido en el coche de vuelta al hotel, haciendo tiempo con una cerveza hasta la hora de cenar, sorpresa al salir a la terraza y acierto en coger un jersey.
La imagen también resultaba extraña: estufas colocadas entre los clientes que cenaban al aire libre.
Hoy Abu Dhabi no parecía Abu Dhabi.