sábado, 19 de julio de 2008

Oscuridad definitiva y fiesta luminosa

Ayer hubo dos sucesos que marcaron el final del día. El resto de la jornada fue de lo más rutinaria aquí: encerrados en una sala de reuniones de 9 a 18.

Cuando volvíamos cruzando la ciudad para llegar al hotel, nos encontramos con una concentración de gente, vehículos con luces en el techo (policía, ambulancias, etc.) y la correspondiente retención en la circulación. Fuimos adivinando el suceso, en función de quién estaba reunido en las proximidades, y del tipo de intervención policial. La gente que trabaja aquí, sobre todo los hindúes, pakistaníes y filipinos, acostumbran a cruzar las calles por cualquier lugar en cualquier momento. Si a eso sumamos que la conducción aquí es un poco anárquica y agresiva, y que la iluminación de las calles no es muy buena (supongo que tendrá relación con el polvo de la arena que flota constantemente en el aire), os podéis imaginar que la escena que nos encontramos. Fue impactante, porque el golpe que debió recibir el pobre peatón se adivinaba contundente, por las características del escenario.

El otro evento fue radicalmente contrario. No era la primera vez en este hotel, pero ayer asistimos a la recepción por parte de los invitados de la novia de una boda árabe en el hall del hotel. Cuando la afortunada entra por la puerta, un grupo musical la recibe con piezas alegres y muy bailables, y los hombres (supongo que familiares de ella) bailan en círculo delante suyo, agarrados entre sí, y animados por el resto de los invitados dando palmas al son de la música. Se tirán así unos minutos, hasta que, sin detener la música, entran en el salón de celebraciones.

Digno de ver.

No hay comentarios:

Publicar un comentario