miércoles, 1 de octubre de 2008

Culo de mal asiento

Culos de mal asiento, quizás manojos de nervios, o simplemente excitación por una actividad fuera de lo corriente para ellos. Sea lo que sea, en los trenes de larga distancia existe una determinada gente que se comporta como si el asiento que les han asignado ardiese y les chamuscase las almorranas.

Nada más sentarse, y justo en el momento en que todo el mundo se ha acomodado y empieza a relajarse, deciden que deben acceder a la bolsa que tienen sobre sus cabezas para coger algo importantísimo. Esa bolsa normalmente es enorme, y aparte de necesitar ayudar para bajarla de allí sin partir el cuello a nadie, tardan varios minutos en localizar ese preciado objeto que no se acordaron de coger 5 minutos antes, y que ahora se convierte en algo de vida o muerte.Normalmente suelen estar provistos de un culo epecialmente gordo que bloquea el pasillo durante los minutos que dura la operación de búsqueda y rescate.

Cuando parece que ya disponen de sus artículos de supervivencia en esas tremendas tres horas que va a durar el trayecto, deciden que llega el momento de visitar la cafetería. Ir sentado ahí es un aburrimiento, y aunque no lleven más de diez minutos con el culo quieto en un sitio, sólo de pensar lo largo que es el trayecto ya les provoca incomodez. Maravillosa la técnica por la cual se desplazan por los pasillos de cada vagón (están en el más lejano, por supuesto) moviendo todos y cada uno de los respaldos de los asientos que encuentran a su paso.

Y por descontando, cuando por la megafonía del tren anuncian que la estación a la que se dirigen ya está cerca, pero que permanezcan por favor en sus asientos hasta que el tren se haya parado, ya llevan tres minutos descargando cosas de las estanterías y bloqueando el pasillo... eso sí, cuando al final abren la puerta, vuelven como locos a su asiento contracorriente de todo el pasaje porque se han olvidado de coger los auriculares de regalo: "¡Los he pagado y son míos!"

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