domingo, 8 de agosto de 2010

En Grecia con los Romanos

Está difícil llegar. Si bien los griegos han construido fantásticas autopistas que cruzan el país, algunas están sin terminar y se hace interminable el último tramo hasta la costa por puertos y carreteras en muy mal estado.

Según te vas acercando el paisaje cambia. Los olivos toman el terreno y el mar se vuelve de un color azul muy vivo.

Al final, el último desvío y una garita de seguridad privada marca la entrada a todo el recinto, que de momento comparten dos complejos hoteleros y un campo de Golf. El control de acceso es grande, pero mi nombre aparece en la "lista de invitados": "Conduzca un kilómetro alrededor del campo de golf, y en la rotonda a la derecha"

Las vistas son impresionantes, la montaña, el mar, el césped recién cortado, los árboles perfectos. Se ve bastante movimiento. La entrada del hotel es espectacular, varios coches de lujo están aparcados en los alrededores, entre ellos un Rolls Royce.

Nos cogen las maletas, nos dan un ticket, se llevan a aparcar el coche, nos dan otro ticket.

En la puerta, un mujer elegantemente vestida nos recibe llamándome por mi nombre, preguntándome por el vuelo. Al cruzar la puerta otra chica me ofrece una toalla húmeda. Recomienda que nos asomemos al mirador del hall de entrada. Es espectacular. Las piscinas y tumbonas del complejo son increíbles, y acaban justo en la playa y en el mar. Más bien, continúan allí.


Me reciben en un mostrador especial para socios oro y platino, y comienzan mis trámites. Me comunican que nos han hecho un upgrade a una suite. La cosa promete.

De repente, a mi espalda, se presenta el Director de Operaciones del hotel. Tras una animada charla con él en la que, como no, me felicita por las victorias futbolísticas españolas, me da su tarjeta y me pide que le llame ante cualquier problema.

Otra señorita nos acompaña hasta nuestra habitación. Pasamos por multitud de edificios, ninguno de más de tres alturas,  todos ellos conectados por puentes de madera.

Al fin llegamos a la habitación, bueno, al piso. Al final de un pequeño pasillo de entrada, está el salón. Dos zonas, una con una mesa redonda, armario con minibar y máquina Nepresso, que tiene cubierta una de las paredes con un mosaico blanco precioso. La otra parte de salón, con un gran sofá, está presidida por una impresionante pantalla de 50" y un Home Cinema con dos torres de altavoces a cada lado.

También tenemos una terraza con otra mesa y una chimenea, con vistas al mar y al campo de golf. Sin comentarios. El cuarto de baño "sólo" (ahora lo explico) tiene ducha y es unas dimensiones espectaculares. Tiene acceso desde la habitación y desde el pasillo de entrada.

Al igual que los armarios de la habitación, que se pueden abrir desde el cuarto de baño a su vez. El dormitorio tiene dos o tres grandes protagonistas. Una cama enorme, cuadrada, en el centro de la habitación, y una impresionante bañera jacuzzi a sus pies, justo delante de las ventanas que dan al mar. Sí, en el dormitorio. Sí, pegada a la ventana.

Multitud de botones controlan un sin fin de combinaciones de luz, las cortinas, las persianas, mosquiteras para poder dejar las ventanas abiertas... pero el colmo es la segunda pantalla de 50" en la habitación, a un lado del jacuzzi y que es "waterproof", además de tener el efecto ambilight, y que el agua de la bañera no caiga de ningún grifo al activarlo, si no que directamente lo haga por medio de tres chorros que se precipitan directamente desde el techo de la habitación. Espectacular. El colmo lo pone el que para encender el modo jacuzi la bañera no vale con tener algo de agua, si no que tiene que rebosar por fuera de la misma, en un segundo recipiente que la rodea.

En definitiva, sólo la habitación ya ha merecido la pena el viaje. Son diez días. Comentaremos la plaza, las cuatro piscinas, los restaurantes y los alrededores del complejo próximamente... prometo fotos.

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