jueves, 26 de junio de 2008

París huele a pis

Viaje relámpago (más de lo planeado incluso) a la capital gala. Martes a mediodía, avión de Iberia al aeropuerto de Orly. Un Airbus 321 de reciente adquisición del que cabe destacar una mayor y muy agradecida distancia entre filas de asientos (sí, en vuelos europeos vamos en turista). J. y yo teníamos dos asientos contiguos, el A y el B de una fila, pero cuando llegamos una señora tenía su santo trasero ocupando todo el A con mucha tranquilidad y su nariz pegada a la ventana. Perdone, el suyo es éste, el del puto pasillo, el asiento en el que cuando pase la azafata y esté dormida le pegarán con el carrito de la comida o con el codo. Los guays, el del medio y el de la vnetana son nuestros. Nos mira, nos sonríe y nos dice, ya lo se. Ok, y yo que me alegro de que estemos de acuerdo, pero vamos, que se mueva. ¿Es que os importa? Pero vamos a ver, primero pida por favor y luego lo discutimos. Así que se movió de su sitio, y no nos volvió a dirigir la palabra, indignada, supongo.


El vuelo fantástico, a su hora y bien. Eso si, llen de la chavalería que se iba de excursión, aunque no hicieron mucho ruido.

El aeropuerto de Orly es muy curioso, porque sólo hay dos cintas de recogida de equipajes, y lo gracioso es que se puede acceder a ellas entrando desde la calle. Es decir, no hay un control de entrada para que solo recojan equipajes los viajeros que llegan allí, si no cualquiera que entre por la puerta de la terminal... por cierto, mi maleta la segunda. Todo ok.

Coche de alquiler, y el recuerdo que me quedo del parkin del aeropuerto es el olor, meados en la escalera que baja entre plantas... sucio, triste... bienvenido a París. Siempre ha estado así...


El hotel al que íbamos lo encontramos de chiripa y reservamos las últimas habitaciones hasta el viernes. A mi las fotos me dieron muy mala espina, a pesar de que presuumía de 4 estrellas en la web de reservas... No cogimos GPS confiando en el conocimiento de la zona de Mister A. y en el mapa que se habá impreso en la Vía Michelín. Menuda mierda el Michelín este, menudas indicaciones. Lo siento, soy de google maps hasta la muerte... Tardamos un buen ratillo en llegar al susodicho hotel, más que nada por que había dos iguales en la ciudad en la periferia de París a la que íbamos, a cual más cutre y hortera. Unas colchas en la habitación de los años sesenta, no del estilo de esa década, si no compradas en esa década. La puñetera moqueta por odos lados, incluso la pared y un gran susto por mi parte porque al entrar en el baño no había water, pero resulta que etos gabachos lo ponían antaño en una habitación aparte, el solito ahí aislado...

Esa noche salimos a tomar una birrilla y cenar por el pueblo en cuestión, y nos costó encontrar un restaurante francés. Aquello estaba petado de chinos y japoneses y los pocos franceses que había estaban cerrados. Al final encontramos uno en el que gracias a mi imponente pronunciación a la hora de peir los platos acabé comiendo riñones contra mi voluntad, aunque reconozco que no estaban nada mal.

El día siguiente se puede resumir en atasco, reunión, cabreo, atasco, cenamos en París. La cena de ese día fué en el centro, zona preciosa, codeándonos con la Jet Set parisina y sus cochazos y modelitos de noche. Una caamarera que hablaba español porque era marroquí ncida en Francia pero había vivido 3 años con un gallego nos alegró la noche. Por contra, unos padres alemanes nos sorprendieron con su modernidad (léase caradura) al sentarse ellos (6) en la terraza del lugar a cenar y colocar a los niños en una mesa dentro del restaurante todos juntitos para que los cuidásemos entre el resto de clientes y los camareros.

Y al sacar el coche del parking en París de nuevo ese aroma especial que tienen los parkings por allí...

Al día siguiente hemos cogido los bártulos y nos hemos vuelto para Madrid. Nuestros socios son unos mantas y la reunión de tres días se quedó en uno, así que cambiamos los billetes por un vuelo hoy a las 11:35 de la mañana. Pues bueno, hemos salido a las 9 aproximadamente del hotel y a las 10 hemos vuelto a llamar porque no llegábamos ni de coña, cambiándolos para las 3 de la tarde. ¡¡¡¡¡Bendita carretera de circunvalación de París!!!!! Ríete tú de la M-30 de Madrid.


Increiblemente nos hemos presentado en el aeorpuerto a las 11:05 y nos han animado a intentar coger el avión anteriormente planeado, consiguiéndolo con gran margen (bendito aeropuerto pequeño).

En resumen, en casa antes de tiempo gracias a la incompetencia de algunos, y por una vez, el vuelo y la maleta ha sido lo único que ha salido bien. En concreto la mía en Barajas la primera, no hay nada como subir el último al avión para que te la dejen en la puerta.

Pues eso, que París huele a pis.

2 comentarios:

  1. Aparcamientos, riñones... todo fue una alineación de los astros.

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  2. No importa..se que algun dia estare en lo mas alto de la torre eiffel..

    Muy buen blog..
    saludos!

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