Dentro de la máxima que rige esta ciudad, "Todo lo que sea por el turista, pero que Alá no se entere", ayer presencié uno de los hechos mas representativos de esta cultura de nuevos islamistas ricos amigos de los occidentales, o de su dinero, mejor dicho.
En un país en el que está prohibido el alcohol con carácter general, por el módico precio de 165 dirhams más bebidas, se puede asistir a una fiesta alemana, con su banda tradicional bávara, y su weissbier, que se paga a parte, por supuesto.
Cada noche oigo el jaleo del personal hasta las doce de la noche cantando y bailando la música alemana como si la conociesen de toda la vida.
Claro, y uno se pregunta en un lugar como éste más que en otro cualquiera, cual es el sentido de la religión y de sus normas morales, más cuando son defendidas por el estado, si son rebajables por un puñado (gordo) de dólares o euros. ¿Eso tiene algún sentido? Poner unas normas para la gente de tu país, y, a los turistas ricos (sólo en hoteles de cinco estrellas) permitirles hacer lo que les de la gana.
Allá ellos, pero creo que acabarán teniendo dos países diferentes, el tradicional, afincado en Abu Dhabi, más conservador, y el turístico y destinado a los desertores de su régimen, en Dubai, que será visto por los primeros como un núcleo de pecado y corrupción, hasta que la cosa reviente, claro.
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